CAPITULO 28
Bill –tienes un nombre raro
Afrodisia –gracias, lo mismo digo –le sonrió –y…hablándole a la pobre ardilla? Que hizo para merecer ese castigo? –se acercó y tomo a la ardilla con sus manos elevándola hacia una de las ramas de un árbol –mejor
Bill –me estaba aburriendo –se paró
Afrodisia –vaya manera de matar el tiempo –se miraron –que quieres?
Bill –a que te refieres?
Afrodisia –bueno, eres tu quien dijo que te viera aquí no? –el asintió –entonces…que es lo que quieres?
Bill –siempre estas a la defensiva?
Afrodisia –siempre respondes con una pregunta? –se acercó más –ah?
Bill –a lo primero…solo quería conocerte y a lo segundo…no siempre
Afrodisia –como sea… adiós! –se dio la vuelta
Bill –ey espera! –La tomo del brazo –no te vayas
Afrodisia –no tengo razón porque quedarme
Bill –pero
Afrodisia –pero nada
Bill –porque eres así?
Afrodisia –así cómo?
Bill –todas las veces que te he visto…siempre te vas rápido y no dejas que te hable
Afrodisia –tu no captas las indirectas no niño?
Bill –no soy un niño –frunció el ceño
Afrodisia –entonces actúa como un hombre –resopló. Se soltó del agarre y por segunda vez se dio la vuelta pero no pudo continuar porque sintió un jalón –que acaso no te…. –No, no se lo esperaba. Sintió como su corazón latía a una velocidad increíble y a la cual nunca lo había hecho, cerró lentamente sus ojos dejándose llevar por los dulces y suaves movimientos de los labios de “Bill”. ¡¿Qué haces?! Escucho gritar en su mente a su conciencia pero lo cierto era que ni ella misma sabía la respuesta a esa pregunta. No sabía qué pero había algo en él que la intrigaba, ¿por qué tenía tanto dominio sobre ella? Ladeo su rostro para poder profundizar el beso. Acarició con una de sus manos su cuello y lo atrajo más a su cuerpo. Sintió como, con un poco de miedo el llevaba sus manos a su cintura. Tuvo un pequeño escalofrió al frió contacto de su piel con las manos de él y se alejo instantáneamente –no te me acerques… -se llevo una mano a su boca tocando sus labios.
Bill –yo…espera
Afrodisia –no me vuelvas a buscar nunca –dicho esto ante los ojos de él…desapareció. Se quedo mirando donde había estado ella hace unos momentos junto a él, viendo que no regresaría suspiró y se encaminó de vuelta al castillo, pensando en lo sucedido. La había besado, no supo de donde había sacado la fuerza pero lo había hecho y le gustó, sonrió. Cuanto más pensaba en ella su corazón latía con mayor fuerza, sentía como si tuviera un remolino dentro de su cuerpo, sería posible?….
“Soy una estúpida” Se repetía a si misma mientras caminaba por las escaleras que daban a los dormitorios del tercer nivel. Abrió con cuidado su puerta sin causar ruido y la cerró, al instante se apoyo en la puerta.
Afrodisia –soy una real estúpida –dijo dándose un golpe en su frente con la palma de su mano. Se quitó su abrigo y lo dejo tendido sobre una pequeña silla cerca de la cama. Se sentó en la cama y se quitó las botas negras dejándolas a un lado, listas para el siguiente día.
Antes de recostarse en su cama salió hacia el balcón, posó sus brazos sobre el delgado barandal y se quedo un par de minutos mirando hacia el cielo meditando lo que había pasado horas atrás. No debió haberle hecho caso a Sindra… pero por más que quisiera culparla a su amiga no era posible, ella era quien decidió ir y quien se dejo besar. Pero ¿por qué? De todos los vampiros que había visto como era posible que el…hubiera traspasado todas las barreras que ella tenía como si fueran solo unas hojas de papel. ¿Qué tendría el de especial entre todos? Lo peor de todo era que aquel beso, lo había disfrutado. Le había provocado unas sensaciones raras; su cabeza le daba vueltas como si estuvieran girando en círculos pero sin nunca detenerse, su cuerpo había alcanzado los niveles más altos de calor y se concentraron en sus mejillas haciéndola sonrojarse pero no lo noto gracias a la oscuridad que los rodeaba, su corazón…su corazón latía tan fuerte que pensó que podría escucharse y…le dolió separarse de él. Su mente le decía que se alejará lo más que pudiera de ese ser…en cambio su corazón agonizaba por estar cerca suyo. ¿A quién obedecer? ¿A quién no?
A caso debería seguir lo que su mente le decía, seguir lo “lógico”. Siempre había pensado fríamente todo lo que hacía, no era de esas que se dejaban llevar por las “emociones”, sería una pérdida de tiempo. Además sabía que las emociones solo servían para cegar a las personas ante los problemas. Pero ¿estaría equivocada? ¿Sería lo correcto obedecer lo que sentía su corazón? Suspiró. Por más que pensaba no conseguía respuesta, lo único que lograba era confundirse aun más. Cansada entró a su cuarto y cerró las puertas del balcón.
Mañana será otro día –pensó y cerró sus ojos….
Bill –ya déjame! –se fue corriendo por el pasillo –no tienes a nadie más a quien molestar?!
Tom –pues no –paso un brazo sobre su hombro –oh vamos….no me dirás?
Bill –no
Tom –a tu hermanito que te quiere mucho –canturreó
Bill –que parte de “no”, no entiendes?
Tom –oh vamos…si? –Juntó sus manos –te estoy suplicando…vamos…cuéntame
Bill –tanto te interesa?
Tom –bueno, no tanto pero si paso algo divertido, tendré de que burlarme de ti todo el día –sonrió
Bill –bah –bufó
Tom –broma…era broma…vamos, cuéntame
Bill –está bien…ya que insistes tanto –miró a ambos lados –vamos a mi cuarto…….
Tom –y te dejo ahí?
Bill –si –suspiró
Tom –vaya
Bill –que?
Tom –pobre…de seguro besabas terrible y se fue del susto –se empezó a reír
Bill –ja…ja…que gracioso –se sentó en el borde de la cama –no fue eso…se veía asustada o algo así
Tom –por lo que me dices…pues ni idea, quien entiende a las vampiras!
Bill –tengo que verla de nuevo
Tom –si mi memoria no está mal…me dijiste que te dijo que te alejaras
Bill –si pero…no puedo quedarme de brazos cruzados
Tom –sabes…te veo y no te reconozco
Bill –que se supone que significa eso?
Tom –esa chica tenía razón –susurró
Bill –que chica?
Tom –oh… -se sentó –recuerdas a la chica que nos encontramos en el bar?
Bill –claro
Tom –bueno…ayer cuando te deje ahí en el bosque pues…me quede rondando por el otro lado y la encontré
Bill –y?
Tom –bueno, yo estaba…
Al darle la espalda a mi hermano fui caminando por el sendero del bosque hasta toparme con dos caminos separados, como aun no tenía intenciones de regresarme al castillo y quedarme aplastado en mi cuarto pues tome el camino de la derecha y fui caminando a ver a donde me llevaría.
Llevaba como un par de minutos cuando al voltear al uno de los lados vi como una luz se colaba fuertemente por unos arbustos bastante viejos.
¿Por qué no? con cuidado me agache hasta ir escabulléndome entre cada rama llena de espinas, me raspe unas cuantas veces pero nada serio asique seguí. Quizás mi naturaleza es ser bastante curioso con respecto a todo pero me estaba desesperando de no encontrar el final asique me dispuse a regresarme pero me detuve o más bien mi cuerpo se detuvo por si solo, al escuchar una voz.
Jamás en mi vida había escuchado voz que se comparase a esta. He estado por varios países de toda Europa pero nunca mis oídos han escuchado voz tan delicada, fina, dulce…seductora. Sin importarme el lastimarme con las espinas apresure mi paso. Cuanto más rápido iba, la voz se iba escuchando cada vez más y más fuerte. Cuando estuve cerca me detuve y con mis manos jale unas hojas grandes que impedían ver quien era la dueña de aquella voz. Al correr las hojas la vi. Estaba recostada grácilmente sobre una roca enorme, mirando al cielo cubierto de estrellas, en el centro de aquel claro. Tenía un brazo alzado al aire jugando con las luciérnagas que se encontraban a su alrededor. Me levante cuidando de no perturbar su canto y me oculte detrás de un árbol. Hubo un momento en que su canto se detuvo y quise fijarme del por qué. Al asomar mi rostro fuera de la corteza del árbol me encontré con sus ojos viendo hacia mí. Era…Sindra, no olvidaría ese nombre. No me escondí sino di un paso adelante esperando que dijera algo, lo cual hizo.
Sindra –hace cuanto estás parado ahí? –me miró sin enojo sino…sonriente –no me dirás?
Tom –solo…solo un rato –tartamudee…demonios, ¿qué me pasa?
Sindra –mientes
Tom –bueno, un buen rato –sonreí o al menos lo intente, al volver a mirarla vi que extendía su mano –que?
Sindra –te quedarás ahí?... –sonrió –acércate…no muerdo –rió juguetona, me fui acercando lentamente hacia ella –bueno quizás si…pero ahorita no –me senté y la mire extrañado –que pasa? Tengo algo en mi cara?
Tom –no
Sindra –entonces, porque me miras raro?
Tom –es que…creo que me acostumbre a los gritos que das al verme y no a este trato
Sindra –y como te estoy tratando ahorita?
Tom –mmm…bien? –nos reímos
Sindra –será porque ahorita no estás siendo un idiota
Tom –idiota? –ella asintió
Sindra –esa actitud de “soy todo un galán”...irrita, eso juntando lo pretensioso, ególatra y
Tom –creo que capte –le dije frunciendo el ceño –te puedo decir algo sin que me pegues o enojes?
Sindra –depende de que me digas pero… a ver
Tom –bueno… -¿cómo se lo digo? –tu…
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Bill –tienes un nombre raro
Afrodisia –gracias, lo mismo digo –le sonrió –y…hablándole a la pobre ardilla? Que hizo para merecer ese castigo? –se acercó y tomo a la ardilla con sus manos elevándola hacia una de las ramas de un árbol –mejor
Bill –me estaba aburriendo –se paró
Afrodisia –vaya manera de matar el tiempo –se miraron –que quieres?
Bill –a que te refieres?
Afrodisia –bueno, eres tu quien dijo que te viera aquí no? –el asintió –entonces…que es lo que quieres?
Bill –siempre estas a la defensiva?
Afrodisia –siempre respondes con una pregunta? –se acercó más –ah?
Bill –a lo primero…solo quería conocerte y a lo segundo…no siempre
Afrodisia –como sea… adiós! –se dio la vuelta
Bill –ey espera! –La tomo del brazo –no te vayas
Afrodisia –no tengo razón porque quedarme
Bill –pero
Afrodisia –pero nada
Bill –porque eres así?
Afrodisia –así cómo?
Bill –todas las veces que te he visto…siempre te vas rápido y no dejas que te hable
Afrodisia –tu no captas las indirectas no niño?
Bill –no soy un niño –frunció el ceño
Afrodisia –entonces actúa como un hombre –resopló. Se soltó del agarre y por segunda vez se dio la vuelta pero no pudo continuar porque sintió un jalón –que acaso no te…. –No, no se lo esperaba. Sintió como su corazón latía a una velocidad increíble y a la cual nunca lo había hecho, cerró lentamente sus ojos dejándose llevar por los dulces y suaves movimientos de los labios de “Bill”. ¡¿Qué haces?! Escucho gritar en su mente a su conciencia pero lo cierto era que ni ella misma sabía la respuesta a esa pregunta. No sabía qué pero había algo en él que la intrigaba, ¿por qué tenía tanto dominio sobre ella? Ladeo su rostro para poder profundizar el beso. Acarició con una de sus manos su cuello y lo atrajo más a su cuerpo. Sintió como, con un poco de miedo el llevaba sus manos a su cintura. Tuvo un pequeño escalofrió al frió contacto de su piel con las manos de él y se alejo instantáneamente –no te me acerques… -se llevo una mano a su boca tocando sus labios.
Bill –yo…espera
Afrodisia –no me vuelvas a buscar nunca –dicho esto ante los ojos de él…desapareció. Se quedo mirando donde había estado ella hace unos momentos junto a él, viendo que no regresaría suspiró y se encaminó de vuelta al castillo, pensando en lo sucedido. La había besado, no supo de donde había sacado la fuerza pero lo había hecho y le gustó, sonrió. Cuanto más pensaba en ella su corazón latía con mayor fuerza, sentía como si tuviera un remolino dentro de su cuerpo, sería posible?….
“Soy una estúpida” Se repetía a si misma mientras caminaba por las escaleras que daban a los dormitorios del tercer nivel. Abrió con cuidado su puerta sin causar ruido y la cerró, al instante se apoyo en la puerta.
Afrodisia –soy una real estúpida –dijo dándose un golpe en su frente con la palma de su mano. Se quitó su abrigo y lo dejo tendido sobre una pequeña silla cerca de la cama. Se sentó en la cama y se quitó las botas negras dejándolas a un lado, listas para el siguiente día.
Antes de recostarse en su cama salió hacia el balcón, posó sus brazos sobre el delgado barandal y se quedo un par de minutos mirando hacia el cielo meditando lo que había pasado horas atrás. No debió haberle hecho caso a Sindra… pero por más que quisiera culparla a su amiga no era posible, ella era quien decidió ir y quien se dejo besar. Pero ¿por qué? De todos los vampiros que había visto como era posible que el…hubiera traspasado todas las barreras que ella tenía como si fueran solo unas hojas de papel. ¿Qué tendría el de especial entre todos? Lo peor de todo era que aquel beso, lo había disfrutado. Le había provocado unas sensaciones raras; su cabeza le daba vueltas como si estuvieran girando en círculos pero sin nunca detenerse, su cuerpo había alcanzado los niveles más altos de calor y se concentraron en sus mejillas haciéndola sonrojarse pero no lo noto gracias a la oscuridad que los rodeaba, su corazón…su corazón latía tan fuerte que pensó que podría escucharse y…le dolió separarse de él. Su mente le decía que se alejará lo más que pudiera de ese ser…en cambio su corazón agonizaba por estar cerca suyo. ¿A quién obedecer? ¿A quién no?
A caso debería seguir lo que su mente le decía, seguir lo “lógico”. Siempre había pensado fríamente todo lo que hacía, no era de esas que se dejaban llevar por las “emociones”, sería una pérdida de tiempo. Además sabía que las emociones solo servían para cegar a las personas ante los problemas. Pero ¿estaría equivocada? ¿Sería lo correcto obedecer lo que sentía su corazón? Suspiró. Por más que pensaba no conseguía respuesta, lo único que lograba era confundirse aun más. Cansada entró a su cuarto y cerró las puertas del balcón.
Mañana será otro día –pensó y cerró sus ojos….
Bill –ya déjame! –se fue corriendo por el pasillo –no tienes a nadie más a quien molestar?!
Tom –pues no –paso un brazo sobre su hombro –oh vamos….no me dirás?
Bill –no
Tom –a tu hermanito que te quiere mucho –canturreó
Bill –que parte de “no”, no entiendes?
Tom –oh vamos…si? –Juntó sus manos –te estoy suplicando…vamos…cuéntame
Bill –tanto te interesa?
Tom –bueno, no tanto pero si paso algo divertido, tendré de que burlarme de ti todo el día –sonrió
Bill –bah –bufó
Tom –broma…era broma…vamos, cuéntame
Bill –está bien…ya que insistes tanto –miró a ambos lados –vamos a mi cuarto…….
Tom –y te dejo ahí?
Bill –si –suspiró
Tom –vaya
Bill –que?
Tom –pobre…de seguro besabas terrible y se fue del susto –se empezó a reír
Bill –ja…ja…que gracioso –se sentó en el borde de la cama –no fue eso…se veía asustada o algo así
Tom –por lo que me dices…pues ni idea, quien entiende a las vampiras!
Bill –tengo que verla de nuevo
Tom –si mi memoria no está mal…me dijiste que te dijo que te alejaras
Bill –si pero…no puedo quedarme de brazos cruzados
Tom –sabes…te veo y no te reconozco
Bill –que se supone que significa eso?
Tom –esa chica tenía razón –susurró
Bill –que chica?
Tom –oh… -se sentó –recuerdas a la chica que nos encontramos en el bar?
Bill –claro
Tom –bueno…ayer cuando te deje ahí en el bosque pues…me quede rondando por el otro lado y la encontré
Bill –y?
Tom –bueno, yo estaba…
Al darle la espalda a mi hermano fui caminando por el sendero del bosque hasta toparme con dos caminos separados, como aun no tenía intenciones de regresarme al castillo y quedarme aplastado en mi cuarto pues tome el camino de la derecha y fui caminando a ver a donde me llevaría.
Llevaba como un par de minutos cuando al voltear al uno de los lados vi como una luz se colaba fuertemente por unos arbustos bastante viejos.
¿Por qué no? con cuidado me agache hasta ir escabulléndome entre cada rama llena de espinas, me raspe unas cuantas veces pero nada serio asique seguí. Quizás mi naturaleza es ser bastante curioso con respecto a todo pero me estaba desesperando de no encontrar el final asique me dispuse a regresarme pero me detuve o más bien mi cuerpo se detuvo por si solo, al escuchar una voz.
Jamás en mi vida había escuchado voz que se comparase a esta. He estado por varios países de toda Europa pero nunca mis oídos han escuchado voz tan delicada, fina, dulce…seductora. Sin importarme el lastimarme con las espinas apresure mi paso. Cuanto más rápido iba, la voz se iba escuchando cada vez más y más fuerte. Cuando estuve cerca me detuve y con mis manos jale unas hojas grandes que impedían ver quien era la dueña de aquella voz. Al correr las hojas la vi. Estaba recostada grácilmente sobre una roca enorme, mirando al cielo cubierto de estrellas, en el centro de aquel claro. Tenía un brazo alzado al aire jugando con las luciérnagas que se encontraban a su alrededor. Me levante cuidando de no perturbar su canto y me oculte detrás de un árbol. Hubo un momento en que su canto se detuvo y quise fijarme del por qué. Al asomar mi rostro fuera de la corteza del árbol me encontré con sus ojos viendo hacia mí. Era…Sindra, no olvidaría ese nombre. No me escondí sino di un paso adelante esperando que dijera algo, lo cual hizo.
Sindra –hace cuanto estás parado ahí? –me miró sin enojo sino…sonriente –no me dirás?
Tom –solo…solo un rato –tartamudee…demonios, ¿qué me pasa?
Sindra –mientes
Tom –bueno, un buen rato –sonreí o al menos lo intente, al volver a mirarla vi que extendía su mano –que?
Sindra –te quedarás ahí?... –sonrió –acércate…no muerdo –rió juguetona, me fui acercando lentamente hacia ella –bueno quizás si…pero ahorita no –me senté y la mire extrañado –que pasa? Tengo algo en mi cara?
Tom –no
Sindra –entonces, porque me miras raro?
Tom –es que…creo que me acostumbre a los gritos que das al verme y no a este trato
Sindra –y como te estoy tratando ahorita?
Tom –mmm…bien? –nos reímos
Sindra –será porque ahorita no estás siendo un idiota
Tom –idiota? –ella asintió
Sindra –esa actitud de “soy todo un galán”...irrita, eso juntando lo pretensioso, ególatra y
Tom –creo que capte –le dije frunciendo el ceño –te puedo decir algo sin que me pegues o enojes?
Sindra –depende de que me digas pero… a ver
Tom –bueno… -¿cómo se lo digo? –tu…
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