jueves, 30 de septiembre de 2010

Fic Enemys or Lovers Capitulo 34

Fic Enemys or Lovers Capitulo 34

Gracias a quienes leen, en serio..me alegran un monton con sus comentarios tan lindos *-* gracias



CAPITULO 34


Desde que su hermano había llegado a vivir nuevamente en el castillo, se dedicaba a despertarlo todas las mañanas con unos fuertes golpes en su puerta, harto de que esto pasara decidió darle la vuelta a todo, esta vez el no sería quien se caería de la cama por el susto sino Tom. Apago el despertador que le había regalado su madre esperando en que se levantara temprano todos los días pero no fue hasta hoy que le dio uso. Quito las sabanas y se encamino hacia la ducha. A los diez minutos salió con una toalla atada a su cintura, pequeñas gotas que surcaban todo su cuerpo, sus rastas más oscuras por el agua y su rostro sin rastro de maquillaje. Sin perder tiempo se acercó a su armario y busco uno jean negro, saco una de las primeras camisas que estaban colgadas y las tiro sobre su cama. Abrió un cajón y saco su ropa interior y al igual que lo demás lo tiro sobre su cama. Caminando a su cama se quito la toalla y se secó su cuerpo antes de ponerse su ropa. En minutos ya estaba cambiado, se paró frente a su espejo y se delineó sus ojos de negro, buscó sus cadenas que siempre cargaba alrededor de su delgado cuello y sonriéndose a si mismo salió del cuarto listo para asustar a su querido hermano…


Tom –tenías que hacer eso?! –lo empujó –estaba descansando –resopló
Bill –déjame pensarlo –se quedo callado unos segundos –si –le sonrió –oh vamos, me la debías
Tom –supongo –suspiró
Bill –vamos, hay que entrenar –le dio una palmada en la espalda y se fue hacia el salón en donde los soldados ya estaban reunidos….


Tom –bien! –Se puso enfrente de los soldados –ha sido suficiente por el día…mañana seguiremos
Bill –ya pueden retirarse! –rápidamente los soldados fueron saliendo del salón dejándolos
Tom –a ti que te pico?
Bill –porque lo dices? –se sentó en una de las bancas
Tom –será por las ganas que le pusiste al entreno de hoy?
Bill –no tiene nada de raro, aun falta pero quiero estar listo para la batalla, lo prometí
Tom –eso ya lo sé, yo también lo hice pero…no me puedes engañar
Bill –y en que se supone que estoy mintiendo? –se levantó –a ver?
Tom –algo paso ayer…al parecer te fue bien con ella no? –abrió sus ojos y abrió sus labios para refutarle –no intentes mentir, te conozco demasiado para que me vengas con que la gran sonrisa que tienes es por la batalla –se quedo callado –acaso no me lo puedes contar?
Bill –Tom –se mordió el labio –que pesado eres –se rió
Tom –es mi deber como hermano mayor…lo olvidas?
Bill –casi, ven vamos a cambiarnos y te cuento
Tom –me parece….


En la casa de Sindra, ambas estaban despiertas. Luego que Afrodisia se despertará fue al cuarto de su amiga para despertarla ya que no la había escuchado salir de su cuarto pero antes de hacerlo ordeno la cama en donde había pasado la noche. Cerró con cuidado la puerta de la habitación ya que la casa era bastante vieja y fue en busca de su amiga.
Estando enfrente de la puerta no se detuvo y entro sin tocar, al entrar fijo sus ojos en todo el cuarto. Todo estaba ordenado como siempre debido a los viajes que Sindra realizaba. Mientras se adentraba noto que el pequeño cofre en donde su amiga guardaba su cuaderno de bosquejos estaba movido, sonrió. Hacía tiempo que no la veía dibujar, era buen signo. Se acercó a la cama y se sentó en el borde para despertarla pero algo llamo su atención. Estiro su mano y tomo de la mesa de noche un cuaderno que estaba apoyado sobre la pared. Una sonrisa apareció en su rostro al notar quien era a quien había dibujado.

Sindra –a ti nunca…te enseñaron a no tocar…lo que no es tuyo no? –dijo bostezando
Afrodisia –de hecho si pero nunca aprendí la lección –rió
Sindra –debí imaginarlo, buenos días –se sentó
Afrodisia –buenos tardes, diría yo…has visto la hora? –le dijo señalando un reloj
Sindra –bueno… -miró el reloj –jajaja si es un poco tarde
Afrodisia –son las once –dijo seria
Sindra –ok…es bien tarde, contenta?
Afrodisia –casi –le dio el cuaderno –por esto te desvelaste?
Sindra –yo no puedo evitar no dibujar cuando la inspiración viene –dijo rápido, al notar lo que había dicho bajo el rostro y sintió sus mejillas arder –digo…
Afrodisia –por lo visto estabas muy inspirada –le sonrió –te quedo muy bien…se parece mucho a él
Sindra –si!...digo…si, puede ser…no lo recuerdo –tomo el cuaderno y lo dejo nuevamente en el mueble
Afrodisia –me alegra que estés dibujando otra vez
Sindra –que haya dibujado a Tom…bueno, a ese chico no significa que lo seguiré haciendo
Afrodisia –y porque no si dibujas como nadie…no puedes dejar de hacerlo
Sindra –claro que puedo, ayer tan solo fue algo de momento –se arrimó y se encaminó al armario
Afrodisia –no quise presionarte
Sindra –lo sé…pero, no creo que esté lista para volver a dibujar –se volteó y la miró –no lo creo
Afrodisia –por el dibujo que hiciste me parece que sí
Sindra –te quedarás tranquila si te digo que lo pensaré?
Afrodisia –mmm…ok –se levantó de la cama y se detuvo en la puerta –te espero abajo, tenemos que ir a dar el entrenamiento
Sindra –pero creí que era más tarde?
Afrodisia –si pero…te…tengo algo que hacer más tarde asique sino te molesta lo haremos más temprano, si?
Sindra –si es tan urgente pues, no lo veo problema…ahorita bajo entonces
Afrodisia –de acuerdo, estaré afuera esperando…


A través de las cortinas de ceda de una de las ventanas del castillo se podían ver unos ojos que vigilaban la entrada. Por más cansado que estuviera Gustav se había dedicado a observar la entrada del castillo para cuando viera llegar a su “princesa”. La noche anterior al pasar revisando su cuarto había notado que no estaba dentro y supuso que estaría fuera junto a esa chica, resopló. Estaba arto del comportamiento que tenía ella hacia sus obligaciones y claro está, deseaba que esa chica con quien andaba se largara nuevamente de Alemania para que el pudiera controlar mejor el castillo. En todas las veces que estaba cerca de ella notaba con los ojos con que lo miraba, sabía que Sindra eventualmente traería problemas y por eso planeaba eliminarla cuando el momento fuera preciso. No dejaré que arruine mis planes –pensó. Después de horas de espera, escuchó al ruido de las motos acercándose al castillo. Rápidamente bajó por las grandes escaleras y se fue directamente a la puerta para recibirla. Vio como parqueaba la moto y se quitaba el casco, sin esperar a que huyera fue hacia ella

Gustav –¡¿EN DONDE ESTABAS?!....
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